lunes, diciembre 24, 2007

"El General": un poema antibélico de Sassoon


Poeta victoriano busca venganza: En una carta de 1928 a Robert Graves, T. E. Lawrence, a quién Borges llamaba “Libertador de Arabia, traductor heroico de la Odisea, asceta, arqueólogo, soldado y gran escritor” le escribe admirado sobre unas memorias recientemente aparecidas: “Anybody can catch the ugly to the life: but to make the smoothly beautiful at once beautiful and not sticky —aha, that’s where the poet scores. Look at the ‘Memoirs of a Foxhunting Man’, to see how magically simple things, like birds, come to life again, on paper, specially for Sassoon, without any twisting of words, without baldness.” El autor que podía hacer mágicas cosas horribles y cotidianas, sin banalidades, era un poeta y excombatiente: Siegfried Loraine Sassoon, conocido en el frente como “Mad Jack”. Sassoon nació en una adinerada familia; su adolescencia se desarrolló a base de partidos de cricket, caza de zorros y lustrosos Colleges aristocráticos. Era un típico edwardian squire. Estudiante de leyes e historia en Cambridge, tuvo un papel como poeta de segunda línea en el movimiento georgiano, una breve reacción contra el victorianismo. Los georgians (llamados inevitablemente Squirearchy, por su editor J. C. Squire) fueron olvidados por la aplanadora modernista, y de ellos los más importantes fueron D. H. Lawrence y Robert (von Ranke) Graves, pero había nombres como Chesterton, Monro o Vita Sackville-West (gran amor de Virginia Wolf). Los georgians seguían siendo conservadores en sus propias palabras, aunque modernos y progresistas en la estética. Su nombre fue en honor a la coronación de George V y al inicio, se suponía, de una nueva era de grandeza imperial británica con liberalismo de nuevo cuño. La doble pinza del modernismo (“The Waste Land” de Eliot se editó en 1922) y del Imagism y Vorticism de Pound acabó con sus limitadas expectativas. Las miserias de la guerra desdibujaron su optimismo cínico de clase alta. Como testimonio literario queda la edición de Edward Marsh (secretario de Churchill en el Ministerio de la Marina) de una antología satírica en varios volúmenes llamada “Georgian Poetry”, la cual apareció el primer poema de Sassoon, una parodia firmada con seudónimo, titulada “The Daffodil Murderer”, escrito en 1912 cuando contaba con 26 años. Graves recuerda la fama de Sassoon cuando se encuentran en el frente del Somme en 1915: “Siegfried Sassoon había publicado hasta la fecha, en ediciones privadas, unos cuantos poemas pastorales muy al estilo de cierta poesía del siglo XVIII y XIX, y una sátira sobre Masefield que en un momento determinado abandona el tono paródico para convertirse en un poema bastante bueno a la manera de Masefield”. Marsh vinculaba a los poetas georgianos con el poder del estado, los tories y el mundillo de la aristocracia política. Una anécdota relaciona a Sassoon, Marsh y Pound. Marsh le escribe a Pound pidiéndole dos poemas para la antología, pero no pudieron ponerse de acuerdo en cuales serían, al tardar la antología se edita con Sassoon pero sin Pound. Al estallar la guerra en 1914, Sassoon se presenta como voluntario en el regimiento Sussex Yeomanry, dos días después de la declaración oficial de guerra del Reino Unido a las Potencias Centrales. Tuvo suerte. Un accidente en su caballo le obligó a permanecer en Inglaterra mientras su regimiento partía hacia la carnicería en Gallipoli, Turquía. Allí tendría su primera pérdida: su joven hermano Hamo es herido y muere en un buque-hospital. Se lo sepulta en alta mar. Convencido de la causa de la Entente, ebrio de patriotismo parte hacia Francia, ahora en el “Royal Welch Fusiliers”. Paradójicamente el regimiento de los poetas, allí están reclutados el propio Sassoon, Graves, David Jones y Hedd Wyn. Le ahoga la venganza. Su único objetivo es matar alemanes: muchos y rápidamente. Viaja con una mochila que representa el canon de lectura de un joven victoriano de clase alta: “Tess of the d’Ubervilles”, “Far from the Madding Crowd” y “The Return of the Native” de Thomas Hardy, ensayos de Charles Lamb y “Mr. Sponge's sporting tour” de Robert Smith Surtees. Pero los horrores extremos del frente y la hipocresía social de la retaguardia le harán modificar para siempre su perspectiva plana de la realidad: “en 1917 recién empezaba a aprender que la vida, para la mayoría de la población, es una fea lucha contra la injusticia del destino, que suele culminar con un funeral barato”. Aquí nos interesa la conjunción, en tiempo y espacio, de hombres notables con eventos históricos desgarradores. Y cómo, de esta discontinuidad, nace la paradoja de un nuevo estilo. Un estilo satírico, cortocircuito emotivo e intelectual, que inaugura un nuevo modo de escribir y de crítica a la ideología. Este pensamiento negativo generó, desde el diagnóstico precoz sobre las ruinas y miserias de la guerra interimperialista, senderos hacia la izquierda o hacia la derecha. Su soporte es la memorialística, y en menor medida la propia poesía. Sassoon desarrollará su Kritik en ambos géneros.

El Gran Hombre: “Avistamos a un grupo de oficiales montados que se habían instalado debajo de los árboles, a un costado del camino. Desde la cabeza de la marcha corrió la voz hacia atrás de que era el comandante del cuerpo. Como sólo había tres comandantes del cuerpo en cada ejército, se los veía rara vez, de modo que se difundió entre nosotros un intenso interés que nos impulsó a desviar los ojos hacia la izquierda para echarle un buen vistazo. Cuando nos acercábamos marchando penosamente al sitio donde se encontraba el Gran Hombre, nuestro coronel Easby se separó de la cabeza de la columna, cabalgó hacia el general y le hizo la venia. El general (que no ofrecía un espectáculo muy notable, ya que su interesante colección de medallas se encontraba oculta bajo un abrigo impermeable) ignoró nuestras miradas de reojo; estaba demasiado ocupado… y mientras la compañía de Leake pasaba frente a él, el general estaba gritando algo acerca de por qué demonios los soldados no llevaban cubierta la boca de sus rifles (ya que esa era una de sus ‘ideas especiales’)… ‘Lástima que él mismo no tenga la boca cubierta’, comentó alguien en las filas, expresando así el sentimiento generalizado. El general se mostró igualmente insultante por que la tropa de cocinas transportaba escobas y otros objetos útiles. Muy pocos de nosotros volvimos a ver de nuevo al general comandante del cuerpo.” Así relataba en su diario personal de la Primera Guerra Mundial el poeta Siegfrid Loraine Sassoon los últimos momentos antes de entrar en acción. Sassoon era todo un senior poet que había sido acusado de tener una neurastenia aguda debido a sus críticas, no sólo a la guerra en sí y sus objetivos económicos-coloniales, sino al corazón del sistema político y militar del Imperio Británico. Y a la burocracia militar que “por cierto estaban aprovechando al máximo su Gran Oportunidad de obtener condecoraciones y una buena reputación de líderes”.
El momento: abril de 1917. El lugar: al sur de la ciudad de Arras, la cuna de Maximilien Robespierre. La batalla conocida como la “Battle of Arras” consistió en realidad en una ofensiva general en varias etapas, la “Spring Offensive”, que intentaba en una operación doble (franceses y tropas del Commonwealth) y gracias a la superioridad material y humana, realizar un hueco en las fortificaciones alemanas, la famosa “Hindenburg Line” (para los alemanes la “Siegfriedstellung”). Mientras Sassoon se desplazaba con su regimiento, el 2nd Royal Welch Fusiliers, por la carretera de Amiens a Doullens se encuentra con un general: el Gran Hombre. Hemos averiguado que se trataba de Sir Frederick Ivor Maxse, comandante del XVIII Corps, uno de los tres cuerpos de ejércitos británicos que estarán implicados en la batalla. Maxse era un oficial a la vieja usanza, hijo del Admiral Frederick Augustus Maxse, había comenzado su carrera en la India y la colocación en diferentes y prestigioso regimientos de la Reina habían sido pagados por su adinerada familia. Su comportamiento profesional en la Gran Guerra fue dispar, achacándole un retirada innecesaria durante la ofensiva alemana de 1918, la Frühjahrsoffensive (Operation Michael). El ficcional “Easby” del diario era en realidad el comandante del regimiento, el teniente coronel W. B. Garnett. La anécdota se transformará en un poema epigramático y mítico.

1917: ¿el año de la victoria aliada?: el généralissime francés Robert Nivelle, experto artillero, sedujo tanto a su gobierno como al británico con la idea de una rápida victoria. Comandante en jefe del ejército francés planeó una ofensiva en profundidad en dos pinzas para cortar la saliente alemana que apuntaba a Paris. Contaba con sacar ventaja de ataques masivos frontales en frentes cortos al amparo de una barrera de fuego artillero y, por supuesto, al nueva arma: los tanques. Seducido por esas perspectivas, Lloyd George aceptó colocar tropas británicas bajo su mando. Los políticos se frotaban la mano esperando el fruto de una victoria rápida y gloriosa. Nivelle tenía un defecto: guardar un secreto no era su punto fuerte, y que habría hablado de su ofensiva en el curso de una comida a unas damas muy seductoras. Para colmo, los alemanes encontraron un ejemplar de su plan de ataque en una trinchera capturada. La ofensiva desencadenada no gozó pues de ningún efecto de sorpresa contra unas defensas poderosas el 16 de abril de 1917, y tanto la de Arras como la batalla del Chemin des Dames se saldó con un fracaso, con gran coste en vidas humanas: los Aliados perdieron 350.000 hombres (100.000 franceses) a cambio de unas ganancias territoriales misérrimas. En la furiosa batalla en los aires se lució un piloto de avión muy especial, der Roten Baron Manfred von Ritchthofen y en una trinchera alemana cerca de Arras escribía sus memorias otro testigo excepcional, un tal Ernst Jünger describia como “en aquellos días se libraron por encima de nuestras cabezas varios enconados combates aéreos. Casi siempre terminaban con la derrota de los ingleses, pues la escuadrilla de Richthofen sobrevolaba entonces la zona”. Tan sólo en el primer día de la batalla, el ejército galo tuvo 40.000 muertos. Este hecho fue el desencadenante de los famosos Motines de 1917 en el Ejército francés, cuya represión se saldó con un elevado número de soldados franceses fusilados. Francia estuvo al borde de tener una revolución al estilo ruso o alemán. Stanley Kubrick se inspiró en la ofensiva de Nivelle para su película “Paths of Glory” Senderos de gloria, en 1957. Tan escandalosa fue la ineptitud profesional de los altos mandos y removía de tal forma la memoria colectiva que la película estuvo prohibida en Francia hasta 1975. Los británicos tuvieron un poco más de suceso al sur de Arras, pero igualmente sus pérdidas fueron sangrientas. Si se calcula con una base diaria, más de 4.000 soldados ingleses eran muertos o heridos por día, una cifra inigualada en cualquiera de las otras batallas de toda la guerra, un ritmo de matadero que se mantuvo desde el 9 de abril al 15 de mayo. Cuando la batalla comience a las 5:30 am, Sassoon y su regimiento se encuentran como reserva en Basseaux a tres kilómetros del frente, esperando órdenes. En el pueblo de St. Martin-Cojeul, en el único lugar donde se penetró en las defensas el primer día del ataque, Sassoon comprueba la formidable construcción de la Sigfriedstellung construida con miles de prisioneros rusos: doble líneas de trincheras, con búnkers de concreto cada 50 metros, agua potable, luz eléctrica, líneas compactas de alambre de espino de diferente diseño, refugios para las tropas con cocinas y dormitorios, todo intercomunicado con túneles. El 15 de abril los Royal Welch son llamados a la lucha. Con su habitual independencia e impulsividad, Sassoon deja su compañía y crea un grupo de combate propio, encontrando un grupo de ingenieros que lo guiaron hacia el frente. Mientras reocupaban las trincheras se encontraron con la muerte: estaban rodeados de un inmenso campo de cadáveres indistintos, muchos de los cuales estaban allí desde las luchas del 9-10 de abril “y por todas partes las destrozadas efigies de los muertos que eran nuestro memento mori”. Explorando una trinchera trata de escaparse de una ametralladora enemiga para caer herido por el disparo de un francotirador: “en cuanto asomé mi tonta cabeza por esa zanja, sentí un estupendo golpe en la espalda, entre ambos hombros... me recosté contra la pared de la trinchera y cerré los ojos”. Un sargento milagroso lo descubre abatido y lo transporta hacia la retaguardia. Justo después de tan sólo cinco días en la zona del frente y poco más de cuatro horas de “close combat” un maltrecho Sassoon regresaba a Inglaterra vía un buque-hospital el 20 de abril de 1917.

El poema: “brevitas et argutia”: Sassoon escribió “The General” en su período de convalecencia en el Denmark Hill Hospital durante la última quincena de abril. El manuscrito de puño y letra (foto) está firmado en mayo de 1917. Incluye una pequeña caricatura en la parte superior del encuentro histórico. Existen varias versiones con pequeños cambios y variaciones. Se trata de uno de los poemas más satíricos y duros de la generación de los llamados “Poets at War”. El estilo es epigramático, “satirical epigram”, con influencias notables de los sonetos de Shakespeare, cierto pathos de Browning y la ironía de Hardy. Recordemos que el epigrama tiene su origen griego en una inscripción en verso (dísticos) de carácter votivo o funerario, que derivó en un uso reflexivo, exhortativo, político irónico y cínico. Por ejemplo, las nugae son poesías breves, desenfadadas, ricas de humor corrosivo que se resuelven en un aguijón final. En sus “Poetices libri septem” (Lyon, 1561), el humanista Julio César Escalígero define el epigrama como: “Poema breve cum simplici cuiuspiam rei, vel personae. vel factis indicatione; aut ex propositis aliquid deducens” (III, 126), estableciendo dos características concluyentes: “brevitas et argucia”. La mayoría, sino todos, los poemas antibélicos de Sassoon son en este sentido epigramáticos. El poema está divido en un “nosotros” y un “él”. Primero adopta el punto de vista del soldado raso, “rank-and-file” (Harry y Jack no son individualidades) y de sus cuerpos. Como innovación se incrustan fragmentos de lenguaje coloquial popular (“most of’em dead”; “slogged up”). El lenguaje es sorprendentemente sencillo: la línea 2 consiste enteramente en palabras de una sílaba, igual que el resto, con solamente una palabra de más de dos sílabas (“incompetent”) en el poema entero. El style epigramático lo define de manera genial el propio Sassoon como “two or three harsh, peremptory, and colloquial stanzas with a knock-out blow in the last line” (dos o tres duras, imperativas y coloquiales estrofas con un golpe de knock-out en la última línea). La puntuación ortográfica desaparece. El poema no tiene mensaje explícito, cualquiera lo comprende a cien años de distancia. Las líneas en puntos suspensivos indican un efecto de tiempo (“As they slogged up to Arras”) en el que Harry y Jack son masacrados en un ataque vanidoso y estéril. La otra cuestión formal, inaprensible en español, es la musicalidad, un elemento clave en el formalismo de Sassoon quién creía en la capacidad restaurativa del poder de la música. Su definición del poeta como “full and living voice” lo dice casi todo.

Nuestra traducción se basa tanto en el primer esbozo como en la versión aparecida en “Cambridge Poets of the Great War: An Anthology” Michael Copp publicado en 2001 Fairleigh Dickinson University Press. (Nicolás González Varela)

The General

‘Good-morning; good-morning!’ the General said
When we met him last week on our way to the line.
Now the soldiers he smiled at are most of ’em dead,
And we’re cursing his staff for incompetent swine.
‘He’s a cheery old card,’ grunted Harry to Jack

As they slogged up to Arras with rifle and pack.

. . . .

But he did for them both by his plan of attack.


“El General”

“’Buenos días, buenos días’, dijo el General
Cuando nos encontramos con él una semana atrás camino del frente.
Ahora la mayoría de los soldados a quienes sonrió están muertos,
Y maldecimos su mando por ser un cerdo incompetente.
‘Es como una vieja tarjeta de felicitaciones’, le gruñó Harry a Jack

Cuando ascendían hacia Arrás con el rifle y la mochila.

. . . .

Pero él acabó con ambos con su plan de ataque”

(Traducción de Nicolás González Varela)

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domingo, diciembre 09, 2007

Llamamiento internacional por la apertura de los Archivos Heidegger

Heidegger Wars, un introducción: Parafraseando a Nietzsche, podría perfectamente decirse que, desde diversos puntos de vista, Martin Heidegger ha sido, desde 1933, un campo de batalla más que un filósofo. La controversia sobre su relación con el NSDAP, el partido nacionalsocialista, y su admiración fanática por Adolf Hitler, aunque parezca reciente, es de vieja data: ya Herbert Marcuse, su antiguo asistente, en una fecha tan temprana como junio de 1934, en las páginas de la revista del “Institüt für Sozialforschung”, el Zentralorgan de la Escuela de Frankfurt, había escrito un punzante ensayo donde la ontología existencial de Heidegger se ubicaba naturalmente en la corriente antiliberal de la nueva derecha alemana. En Italia un consternado Benedetto Croce, que resistía dignamente al fascismo de Mussolini, en septiembre de 1933 concluía consternado: “...Finalmente, he leído por completo el discurso de asunción al rectorado de Heidegger, que es necio y al vez servil. No me admira el éxito que su filosofar tendrá durante un tiempo: lo vacío y lo general siempre tiene éxito, pero no produce nada. Creo que en la política no podrá tener ningún efecto; pero deshonra a la filosofía, y eso es una lástima también para la política, por lo menos, para la futura...”. En Francia ya en 1933 el filósofo personnaliste Arnaud Dandieu había notado la afinidad esencial entre el nacionalsocialismo y el pensamiento de Heidegger en la “Revue d’Allemagne”; Paul Nizan arremetía contra el fino pornógrafo André Malraux por su filosofía oculta reaccionaria en su novela “La Condition Humaine” (1933), Prix Goncourt, derivada ingenua y acríticamente de “Ser y Tiempo”; en 1936 la “Nouvelle Revue Theologique” publicaba una recensión con la firma de Henri Thielemons en la cual se exponía los elementos comunes entre la filosofía de Heidegger y la “métaphysique du Nazisme”; en 1938 el filósofo Jean Wahl, que luego en su condición de judío pasaría por los campos de la muerte, abría su course de filosofía expresando su indignación por la función pública de Heidegger en el IIIº Reich y su uso de la jerga existencial para imponer el “FührerPrinzip”. Georges Bataille, en un libro inconcluso, llamaba directamente por primera vez a Heidegger philosophe du fascism.

Habría que esperar la finalización de la Segunda Guerra Mundial, fines de 1944, gracias al trabajo de difusión paradójico de uno de los epígonos de Husserl y Heidegger en Francia, Jean Paul Sartre, quien en su revista “Les Temps Modernes”, re-lanzó el “Fall-Heidegger” y un poco más tarde, entre 1946 y 1947, publicó el seminal ensayo de Karl Löwith (otro antiguo discípulo), escrito en 1939, “Les implications politiques de la Philosophie de l’Existence chez Heidegger”, en el número 14 del mes de noviembre. Como respuesta, en el número de julio de 1947, le intentaron responder a Löwith, en lo que podría considerarse la primera defensa en regla de los heideggeriannes, dos filósofos, el belga A. de Waelhens, traductor del último Husserl y de Heidegger, y el franco-alemán Eric Weil, un antiguo alumno de Cassirer.

Un segundo momento se inició en 1953, con motivo de la re-edición de las lecciones de 1935: Einführung des Metaphysik, en las cuales las referencias originales a la verdad interna y grandeza del movimiento nacionalsocialista (“...inneren Warheit und Grosse das NS...”) fueron grotescamente intertextualizadas, por el mismo Heidegger, con paréntesis y aclaraciones justificatorias; en el escándalo posterior intervino con perplejidad y asombro un desconocido y joven doctorando en filosofía, Jürgen Habermas. Por primera vez, desde la “èpuration” de 1945, Heidegger se ve obligado a aparecer en público, contestando con una carta al diario Die Zeit, año 18, #39, del 24 de septiembre de 1953, titulada: Wie liest man 1953 Sätze von 1935?, las acusaciones de haber tergiversado la edición original de 1935.

La tercera estación se desató después de la publicación de una sucesión de libros que, poco a poco, profundizaban, tanto analítica como filológicamente, en la relación Heidegger-NS-Staat; en orden de aparición salieron a la luz: el injustamente olvidado libro documental de Guido Schneeberger (1962); un poco después, casi simultáneamente, el clásico ensayo de Theodor Adorno (1964) sobre la jerga de la autenticidad y el de A. Schwan (1965). El impacto sobre la opinión pública en Alemania fue de tal magnitud, superando incluso al escándalo de 1953, que obligó a Heidegger a romper su obligado ostracismo y otorgar a la revista “Der Spiegel” una larga y famosa entrevista meticulosamente planificada en 1966. Simultáneamente, en la revista parisina “Critique”, durante 1966 y 1967, se pone en práctica la primera defensa en línea de los heideggerianos franceses, encabezados por François Fédier, la mano derecha y discípulo del polémico antisemita, l'ambassadeur de Heidegger en France Jean Beaufret, donde se ataca histéricamente y en bloque, a los libros de Schneeberger, Adorno, Schwan e incluso un libro poco conocido, y nunca traducido al francés, de P. Hühnerfeld, In Sachen Heidegger. Versuch über deutsche Genie, editado en 1959. Al artículo de Fédier le contestaron, en el número de julio de 1967, Robert Minder, Jean Pierre Faye y Aimé Patri. Luego el debate sobre el “Fall-Heidegger” poco a poco decae, entra en un período de latencia y dormita casi una década, tanto en Alemania como en Francia.

La cuarta fase de la controversia la inauguran una serie de investigaciones que se inician con las sucesivas y decisivas pesquisas debidas al historiador friburgués Hugo Ott en 1983, el conocido libro de Victor Farías de 1987 y lo cierra las biografías menores del historiador revisionista Ernst Nolte en 1993 y Rüdiger Safranski en 1994. Hay que reconocer que fue gracias al “pathbreaking” del libro de Farías, que incorporó e hizo masivas las revelaciones terminantes de Ott que hasta ese momento solo habían aparecido publicadas en revistas institucionales y boletines locales de Freiburg, inaccesibles para el lector profano. Sería por medio de su trabajo archivista incansable que, por primera vez desde 1945, en el “Fall-Heidegger”, la cantidad de hechos, datos e informaciones se trastocarían en calidad. Este hecho dio como resultado que el carácter de la dedicación y el compromiso político total de Heidegger con el NSDAP primero, y con el NS-Staat después, se transformará en un hecho incontrastable, indiscutible y premisa de cualquier debate serio sobre el caso. La incompleta fuente de datos sobre el período 1930-1945 en la vida de Heidegger, muchas veces planificada, había permitido, antes del “corte epistemológico” de Ott en 1983, tanto a la hagiografía heideggeriana como al mismo Heidegger, salvar decorosamente la ropa sucia de su reputación profesional y clausurar todo intento de interconectar su filosofía con la política nacionalsocialista durante casi 30 años. La defensa del Meister sólo repetía, con variaciones personales, las muletillas, las deformaciones y las pequeñas omisiones del canon establecido por Heidegger en el interview de la revista “Der Spiegel”. Se podría decir, sin exagerar, que es a partir de Ott, y gracias su divulgación masiva vía Farías, que en el debate sobre el compromiso y la profundidad de la relación entre Heidegger y el NSDAP, se ha abierto paso la más importante cuestión filosófica: de cómo y de cuánto está implicada la ontología heideggeriana en la decisión política resuelta por el nacionalsocialismo. ¿Se puede extender este apoyo incondicional al NS-Staat, como acto filosófico, hasta el pensamiento primigenio de Heidegger, incluyendo su magnum opus trunca “Sein und Zeit”?.

La quinta y ¿última? batalla de la guerra ya ha comenzado. En 2005, Emmanuel Faye (el hijo del filósofo Jean-Pierre Faye, gran investigador de la ideología totalitaria) publica “Heidegger, l’introduction du nazisme dans la philosophie” (la introducción del nazismo en la filosofía). El libro cita textos desconocidos de Heidegger de los años veinte y se dedica a demostrar los vínculos del filósofo con pensadores racistas que soportaron después el nazismo como Ludwig Clauss, Erich Rothacker, Eugen Fischer o Alfred Baeumler. El libro hace hincapié en los seminarios del invierno 1933-34: Heidegger, como rector, utiliza sus conceptos filosóficos (entre otros, la diferencia entre el ser y el siendo) para analizar la relación entre el Führer y el pueblo alemán. Casi al filo de su salida a ventas el núcleo duro del heideggerianisme, encabezado por su figura más polémica François Fédier, decidió salir nuevamente en defensa del mítico Heidegger resistente al nazismo con una obra colectiva. Pero algo extraño sucedió. Los diarios Le Monde y Le Figaro están de acuerdo: Gallimard acaba de renunciar a publicar un libro sobre Heidegger después de mandar pruebas a varios periodistas y profesores. “Heidegger à plus forte raison”, proyectado libro colectivo editado por Fédier, llegó a tener reseñas en revistas de filosofía antes del verano. Ahora, Gallimard se llama al silencio y no responde a la prensa después de anunciar a Fédier la cancelación de la publicación. Pero se conoce muy bien el contexto de la génesis de la obra detenida antes de su llegada a las librerías. Es para responder a esta visión de la obra de Heidegger como un capítulo de la historia de la ideología nazi que se formó un Einsatzgruppen de diez personas alrededor de Fédier. Querían (la enésima vez) la tarea mitológica de “limpiar” al filósofo alemán de sus acusaciones, al explicar que sus compromisos imprescindibles para sobrevivir en su oficio no quitaron nada de rigor y amor al saber a su pensamiento. Según rumores, el libro fallido ponía en duda la calidad de las traducciones de Faye del alemán al francés. Es una acusación clásica de los debates sobre el nazismo de Heidegger (como el decir que los que lo relacionan con el nacionalsocialismo nunca lo han leído) pero es también una posibilidad de demanda judicial. Y, en especial en Europa, una posibilidad, indirecta, de otra demanda por “Négationnisme” (palabra francesa que designa el hecho de negar la existencia de la exterminación de los judíos por los nazis, un delito castigado por ley).

El texto que presentamos es una campaña internacional que busca la apertura democrática y sin filtros de los archivos de Heidegger. Se basa en una apelación lanzada originalmente en “Le Monde” el 5 de enero de 2006. Hemos traducido el documento completo, eliminando los pasajes específicos que se refieren al sistema educativo francés. Adjuntamos los links para sumarse y conocer la lista de firmantes. La apelación se encuentra en el sitio web de la nueva revista alemana de filosofía on-line “Theologie.Geschichte” de la universidad de Saarbrück. (Nicolas González Varela).

Apelación por la abertura de los Archivos Heidegger

Los llamados “Archivos Heidegger” se encuentran cerrados hasta el año 2026, a gran parte de los investigadores, ya que su hijo y albacea Hermann sólo concede autorización a aquellos que demuestren ser suficientemente confiables. Fue de esta manera que prohibieron el acceso a los archivos a Víctor Farías, autor en 1987 de un libro pionero sobre la relación entre Heidegger y el nazismo. Por lo tanto, la verdad sólo aparece muy lentamente. Ha sido necesario, por ejemplo, que hubiéramos reprochado a sus hijos el haber ocultado que Heidegger había votado por el partido nazi desde el año 1932 para que lo reconocieran públicamente mucho más tarde en una carta enviada al Frankfurter Allgemeine Zeitung el 15 de noviembre de 2005.

Nuevos elementos, sin embargo, son aportados por una antología de cartas con su esposa Elfride Petri. Esas cartas son abrumadoras. Se descubre en efecto la radicalidad del antisemitismo y del racismo que habita en Heidegger a partir de la década de 1910. He aquí lo que dice el 18 de octubre de 1916, en plena guerra, a la entonces su novia: “El ‘enjudiamiento’ de nuestra cultura y de las universidades es en efecto espantoso y pienso que la Raza alemana debería encontrar suficientemente una fuerza interior para llegar a la cumbre” („Die Verjudung unsrer Kultur u. Universitäten ist allerdings schreckerregend u. ich meine die deutsche Rasse sollte noch soviel innere Kraft aufbringen um in die Höhe zu kommen.“Mein liebes Seelchen !“ Briefe Martin Heideggers an seine Frau Elfride 1915-1970, hg. von Gertrude Heidegger, Munich, 2005, p.51). Para que la Rasse alemana llegue a la cumbre necesita un Líder, un Caudillo (Führer). A este respecto, muy pronto, Heidegger decidió tomar partido: en su carta del 17 de octubre de 1918, deplora “la pérdida completa de objetivo y el vacío” en “la vida y la constitución del Estado” alemán y concluye: “yo reconozco cada vez de manera más urgente la necesidad de un Caudillo (Führer)”.

Por otra parte la leyenda de un Heidegger apolítico es barrida por las pruebas presentadas en esta correspondencia. En una carta del 2 de octubre de 1930, comentando un juicio a tres oficiales del Reichswehr (el ejército de la República de Weimar) acusados de alta traición por formar una célula nazi, Heidegger le confiesa a Elfride que posee ya el último ejemplar del diario nazi oficial, el “Völkischer Beobachter, Diario de combate del Movimiento Nacionalsocialista de la Gran Alemania” y que se alegra que “el proceso de Leipzig parece que finalmente caerá sobre los famosos acusadores”. Es pues de un diario nazi de propaganda en el cual Heidegger confía para informarse de la actualidad política y comentarla. Si Heidegger critica, coincidiendo con el incondicional filósofo nazi Alfred Baeumler al que menciona en muchas cartas de este período, el nivel cultural de los nacionalsocialistas y su prensa, no es obstáculo para que destaque que “el Movimiento tiene su misión” (carta del 18 de julio de 1932).

El antisemitismo profundo de Heidegger se puede ver también en sus reflexiones sobre Karl Jaspers y sobre el afecto profundo que siente éste por su mujer, una judía. “Me enfurece ver cómo puede este hombre, puramente alemán, con el instinto más auténtico y que percibe la más alta exigencia de nuestro Destino […] seguir vinculado a su mujer”. “Es en su relación original con los Griegos”, prosigue a Heidegger, “que la metafísica del Dasein alemán podrá convertirse en activa”, y “Jaspers piensa demasiado indudablemente en función de la humanidad” (carta del 19 de marzo de 1933). En resumidas cuentas, Heidegger querría que el Dasein alemán renunciara a todo pensamiento sobre la humanidad como tal y eliminara todo vínculo con los judíos, para estar vinculado exclusivamente a una Grecia mythifiée.

También se revelan en qué términos Heidegger realiza comentarios sobre la Segunda Guerra Mundial: el 18 de mayo de 1940, en el mismo momento que las tropas panzer del IIIº Reich se despliegan sobre Holanda, Bélgica y Francia, Heidegger se congratula de que los alemanes conciban “la soberanía total de la Técnica” de manera muy diferente que en 1917, y no duda en hablar de la “legalidad interior de la tecnificación incondicionada de la guerra” ¡Distamos mucho de sus discursos después de 1945 sobre el carácter errante de la Técnica planetaria asimilada al nihilismo!

Ahora bien las observaciones antisemitas y racistas de Heidegger tienen asimismo repercusión en la misma obra. Las fórmulas de 1916 citadas más arriba sobre el “enjudiamiento” (Verjudung) y sobre la raza alemana constituyen, en efecto, el esbozo de un programa de dominación racial que expondrá una quincena de años más tarde en sus cursos de filosofía, mientras Hitler se mantiene en el poder. Habla entonces de “explotar con profundidad las posibilidades fundamentales de la Esencia de las raíces originalmente germánicas y conducirlas hasta la dominación” (Gesamtausgabe, t.36/37, p.89). Mientras tanto se dedicó en su curso del semestre de verano 1927 a destruir el concepto de género humano, proponiendo traducir el genos griego por las palabras “raza, linaje” y hablando en adelante con el plural “orígenes”. El mismo año afirma en “Ser y Tiempo” que el Dasein auténtico debe ser entendido como Comunidad (Gemeinschaft), como Pueblo, y que éste debe elegir él mismo “a su Héroe” con el fin de “volverse libre para la continuación del combate”. Y a partir del invierno 1929-30, en el curso titulado los “Conceptos fundamentales de la Metafísica”, donde desafía a lo que nombra como “el embrollo político” de la Alemania de Weimar y llama a “ser duros”, abandona la cuestión “¿Qué es el hombre?” por la de “¿Quiénes somos Nosotros?”. En 1933-34, precisa en sus cursos que el “Nosotros” sólo designa al pueblo alemán, sólo él puede tener aún un “Destino”. También en dicha fecha aclara en un seminario que lo que designa como “Salud del Pueblo”, se refiere a “la unidad de Sangre y Origen” y a la “Raza”.

Si nos referimos al conjunto de los textos citados más arriba, es extremadamente preocupante ver que tanto “Ser y Tiempo” como los dos cursos de los años 1927 y 1929-30, han sido incluidos por primera vez en el programa de la Agrégation en filosofía en Francia. ¿Era necesario endilgar a la Universidad francesa tal carga? ¿El pensamiento no necesita hoy otro tipo de fundamentos?

Se desearía al menos que esta situación propiciara una reconsideración a fondo de los escritos de Heidegger. Ahora bien, para que se haga la luz sobre sus intenciones profundas y sobre su implicación en el nazismo, resulta indispensable que todos los investigadores tengan acceso al conjunto de los archivos de los intelectuales más comprometidos con el hitlérisme, para comenzar por los archivos Heidegger de Marbach y los archivos Baeumler de Munich. Se sabe, en efecto, por una carta a Elfride, que Baeumler continua manteniendo intercambio epistolar con Heidegger en 1943, el mismo año en el cual aparece su elogio de Alfred Rosenberg. Sin embargo, la carta a Baeumler no se hace pública. El Presidente de la República Francesa ha mostrado el ejemplo desclasificando, en 1988, el expediente Heidegger conservado en los archivos del Quai d'Orsay. Esta es la razón por la cual lanzamos una llamada solemne a los responsables, tanto alemanes como europeos, para que el derecho a la verdad histórica y filosófica esté por fin garantizado y que, sesenta años después del final del régimen nazi, estos archivos estén abiertos a todos los investigadores.

E-mail para adherirse al llamamiento:

theologie.geschichte@sulb.uni-saarland.de

Dr. Emmanuel Faye, maître de conférences en filosofía, université de Paris X-Nanterre. Ha publicado entre otros libros “Philososphie et perfection de l’homme. De la Renaissance à Descartes” (Vrin, 1998) y “Heidegger, l’introduction du nazismo dans la philosophie” (Albin Michel, 2005).

(Traducción: Nicolás González Varela)

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